lunes, 4 de noviembre de 2013

No soy una señora, aunque no tendría problema en serlo

El día de hoy escribo desde la comodidad de mi hogar en horas laborales ya que tuve que pedir un permiso a cuenta de vacaciones para poder llegar tarde debido a que hace unos momentos vino el plomero a arreglar una fuga que, por la cantidad de agua que goteaba hacía el sótano, tenía como un mes.

Como el plomero llegó 9:30 y A. se va a trabajar 6:45 para las 7 ya no podía dormir así que me salí a correr. Al regresar me preparé el desayuno, hice la cama, me di un baño y luego lavé los trastes, sólo me faltó barrer y trapear.

Con esto de los nuevos roles de genero donde la mujer sale a trabajar y gana más que el hombre, como es mi caso, estoy pensando seríamente en ser yo el amo de casa y que sea A. la que salga a ganarse el pan de cada día. Digo, si supuestamente en todos los exámenes laborales que le hicieron ahora que estuvo buscando trabajo los resultados eran que a ella le gusta mucho trabajar pues qué mejor forma de hacerla feliz que dejándola trabajar para mantenerme, ¿no? No es que yo vaya a estar de huevón, yo me haría cargo de la casa y el hijo, si es que algún día llega. De igual forma podría atender mis negocios y por fin terminar muchas de las tareas que tengo pendientes.

Tristemente es hora de que me vaya al trabajo, mi permiso está próximo a terminarse y no quiero que la jefa se vaya a poner pesada por una tontería... ya bastante tengo con los regaños merecidos que obtengo como para ganarme uno de a gratis. Mientras tanto seguiré pensando en como proponerle a A. este sistema de convivencia donde yo sería la señora de la casa y ella el sustento de la misma.

sábado, 2 de noviembre de 2013

2 de noviembre

Hace justo un año como por esta hora mi vida estaba dando otro giro dramático: mi novia estaba sufriendo un aborto espontaneo. Este suceso vendría a devolverme al camino del que apenas 2 meses atrás me había salido, cuando la prueba de embarazo confirmó que de esas vacaciones en Playa del Carmen habíamos regresado 3 en lugar de sólo 2. Ese día volvía al status de joven adulto soltero y sin hijos cuando ya me había mentalizado a ser padre a los 26.

Dicen que todos tenemos una misión en este mundo y ese niño o niña al que le aporté la mitad de los genes y que por alguna razón decidió no ver la luz del sol cumplió la que creo era su misión: unirme con la que sería su madre. ¿Por qué lo creo? Porque así fue y prefiero pensar que esa fue la señal que la vida me dio para decirme que A. es la mujer con la que debo intentar tener todo aquello que no quería y que ahora no me suena tan descabellado tener.

No olvidaré el 2 de noviembre, no por aquellos que se me adelantaron sino por ese individuo de casi 3 meses de gestación que en tan poco tiempo me cambió la vida.